Un día iba caminando y el pie me tronó... se partió y sorpresivamente voló hacia el lado derecho, un ave cantó y el hueso, que salía sonriente de lo que solía ser mi tobillo, escupió un gigante coagulo de sangre que dibujó la palabra "amor". El amor se dibujó frente a mí y pensé en lo doloroso que fue haberlo visto ensuciar el pavimento... la gente corría de un lado a otro marcando desesperadamente cero·seis·seis, nadie conservaba la calma, el amor movía realmente al mundo. Dejó de ser un refrán abstracto, todo se había concretizado en los gritos de los niños, en las madres preocupadas, en los paramédicos que me subieron a la ambulancia.
Todos preocupados por el dolor que me producía el mensaje. Cuando llegué al hospital, la enfermera me dijo que era afortunado, había sobrevivido a un extraño padecimiento en el que la sangre escribe mensajes confusos con el plan de generar una nueva conexión inter-neuronal para así poder construir nuevos pensamientos, nuevas ecuaciones... nuevas realidades a fín de cuentas.
El padecimiento que supuestamente tenía no me sorprendía en lo absoluto, y luego pensé que la enfermera sentía lástima por mí. Intenté dormir porque el viaje en la ambulancia realmente había sido incomodo, es bien sabido que las ambulancias son los vehículos más incómodos y los menos ideales para transportar a alguien que estuvo en condiciones como las mías... me esperaba una larga recuperación...