viernes, 12 de septiembre de 2008

Melodía de vida

Escuchando la melodía más hermosa del mundo, me levanto de mi mesa de estudio, porque no puedo hacer otra cosa que escuchar esos sonidos.
Y me pregunto, me reprocho, ¿Por qué no puedo compartirla con nadie?
Con los ojos cerrados, me doy cuenta de que ya hay demasiadas mentes en la habitación que sólo yo comparto conmigo mismo. En mi cabeza ya hay suficientes pensamientos (que discuten de todo, sin llegar a nada) como para que todavía se preocupen por explicarle a otro conjunto de mentes albergadas en una compañera, lo que me hace sentir esta música.
Mejor toco mi pecho e invito a todas estas mentecitas a bailar, todas juntas, deslizándose, de un lado a otro siguiendo a esos acordes.
Oh! Cuánto podría permanecer escuchando, por un momento pienso que toda la noche, claro si tanto durara la pobre suite.
Y es aquí cuando recuerdo que todo es para siempre, pero nada es para toda la vida; así que relajo aún más los músculos del cuello y dejo que la armonía de lo que ahora escucho les de movimiento.
Albertosaurio.

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